Por ahora todo va bien.
En algún momento se creía que si el núcleo de una central nuclear norteamericana quedaba al descubierto haría un agujero en el planeta que llegaría hasta China. Lo llamaban El Síndrome de China.
Por ahora todo va bien.
Un tipo cae desde la azotea. Cada vez que ve pasar ante sí una ventana del edificio mientras el pavimento de abajo está cada vez más cerca se repite "Por ahora todo va bien".
Cuando Matt Murdock apaliza al gángster Wilson Fisk delante de sus hombres y se corona como nuevo Kingpin de la Cocina del Infierno, él ve una victoria en ello. Su amigo en la distancia el periodista Ben Urich ve en cambio que Daredevil es presa de una crisis nerviosa.
Se casará con Milla, que terminará enloqueciendo. Pasará por la cárcel, y finalmente (de momento) se coronará también como jefe de la milenaria secta ninja japonesa La Mano. Luego comenzará una guerra contra sí mismo y contra todos en una historia aún por ver llamada Tierra de Sombras. Matt Murdock dejará de existir, sólo quedará el Diablo Guardian. Probablemente Ben Urich tenía razón.
En su película, el católico Daredevil se repetía a sí mismo "No soy malo" tras partir por la mitad a un violador en las vías de un tren y aterrorizar a un crío. Al menos el sádico cabrón de Bullseye se divierte con lo que hace.
Por ahora todo va bien.
Leo en la prensa que las agresiones al personal médico de los hospitales ha aumentado un 66 %.
Siento mi núcleo entrando en fisión. Inyecto más agua en los pozos.
Según el ritual exorcista, la posesión demoníaca se da tanto en personas como en lugares. En los 70, en una peli de Kirk Douglas una central nuclear era poseída por el demonio.
Snake Plisskin tiene al final el mando en sus manos. Con él puede activar una red de satélites que mandaran un pulso electromagnético continuo y permanente a todo el planeta, anulará toda tecnología eléctrica para siempre. Por la radio de comunicaciones todos le gritan, le ruegan, le ordenan e imploran que no apriete el botón. Si lo hace devolverá toda la humanidad a la Edad Media. Él murmura algo y lo aprieta sin dudar. Fundido a negro.
Una última esperanza. Jean Paul Belmondo ha eliminado a todos los malos. No, a todos no, queda uno, que le apunta con un fusil de francotirador desde muy lejos mientras él se dirige caminando al helicóptero que le sacará de ahí. La chica se acerca a Belmondo y le dice algo así como "Llévame contigo". Él la mira y dice "Apártate, estás en la línea de fuego". Sigue caminando. El francotirador pide instrucciones a sus superiores por radio, confirmación para eliminar a Belmondo o dejarlo marchar. Dudan, no, "elimínalo". Belmondo recibe una andanada de disparos por la espalda.
Suena el tema musical de Ennio Morricone.
Pero por ahora, todo va bien