miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA NAVE TIERRA

He imaginado dos escenarios globales opuestos. En el primero el programa APOLO no fue cancelado, continúa hoy día. El desarrollo tecnológico consecuente de la carrera espacial ha llevado a la humanidad más de medio siglo por delante de donde estamos en realidad. La crisis económica mundial de principios del siglo XXI no se produce ya que la voracidad del capitalismo se ve más que satisfecha y alentada por una economía de producción real y no hay nicho para que la especulativa se desarrolle. Tenemos todo el espacio por conquistar, y es suficiente. La caída de la Unión Soviética ocurrió igualmente, pero su economía no estaba tan maltrecha como consecuencia de los beneficios de su propio programa espacial, y este fue asimilado por occidente sin mayor dificultad, al igual que la reunificación alemana que daría lugar a una Unión Europea más potente, volcada por su parte con la Agencia Espacial Europea. Es un mundo aún más industrializado que el nuestro y más contaminante, pero las potencias emergentes, China, Japón e India serían las primeras en sufrir los efectos de la degradación ambiental y se preocuparían de regularla. Es más, al disponer de organismos de colaboración internacional para gestionar el espacio, el cambio de perspectiva traería como consecuencia natural el desarrollo de sistemas globales de control de La Tierra, de su agua, aire, población y territorios. No sería un mundo perfecto, algunos conflictos continuarían aun hoy, como la desestabilización de Oriente Medio y el integrismo, o la explotación de África, pero una globalización racional como consecuencia de un capitalismo beneficioso iría paulatinamente estabilizando y mejorando estas situaciones. La humanidad no tendría una sola estación espacial, sino muchas. Algunas de ellas en la Luna, de la que se explotarían sus recursos desde hace algunos años. También se habría llegado ya a Marte. Habría múltiples programas espaciales que hoy no existen, como uno preventivo antimeteoros. Estaríamos empezando a dominar el Sistema Solar. La emigración masiva a las estrellas no se vería como una necesidad, debido a la mejora de la vida en la Tierra, pero dadas las circunstancias sí se esperaría como un paso natural a dar en el futuro, la colonización en décadas, como un hecho. La intención de avanzar cambiaría a mejor nuestra propia percepción como especie, pueblo y habitantes de la nave Tierra. El otro escenario es el real. Un mundo atolladero que se mira el ombligo en lugar de mirar hacia arriba y adelante. Ya conocéis como hemos llegado hasta esta situación. Más pobres, divididos e indefensos que nunca. Peores. Nuestros líderes nos hablan de lo inevitable, de la realidad. Dicen que pongamos los pies en el suelo y no miremos más allá. Yo digo: Al Infierno. La ciencia es la única realidad. La realidad es que estamos girando alrededor del Sol, rodeados de planetas en el brazo exterior de una galaxia entre millones. La realidad es la ambición, el amor, el descubrimiento. Lo único imprescindible que necesita la humanidad para sobrevivir es soñar. Sin eso no es humanidad y no tardará en degradarse y perecer. Hay que recuperar el sentido de la grandeza, enfrentarnos con Quijotadas a un sistema que quiere someternos implantando la gris docilidad a nuestro alrededor. La era espacial es parte del pasado, es algo moribundo, y es nuestro único futuro posible. No sabremos gestionar la Tierra si no es desde arriba, mirando a las estrellas. La única fuerza que puede derribar la economía inmovilista es la imaginación, y ésta hay que alimentarla y ejercitarla, para las pequeñas cosas y las mayores empresas. No hay una única vía como nos dicen, hay infinitas. Así que ,mientras nos preocupamos por sobrevivir, soñemos. Vamos a morir igualmente, pero sólo ello marcará la diferencia. Combatamos el orden establecido con el absurdo, la emoción, la razón y la pasión. Seamos jóvenes e inconscientes, individuos y no números, nadie es especial y todos lo somos. Sigamos evolucionando, seamos salvajes y bárbaros, parte de una manada, una tribu o una especie, pero no sólo contribuyentes de un contrato social. No necesitamos lo que nos ofrecen, nosotros decidimos lo que es importante. Desterremos el miedo. Nunca va a ser fácil, seamos niños, nada es imposible. Expulsemos a quien quiere cortarnos las alas arrancándonos la esperanza.