Hace algunas semanas alguien me preguntó si en la vida no me importa nada. Tardé algunos instantes en responderle que Sí, que claro que me importa. Y es cierto, pero aun así dudé. Me importan muchas cosas, pero todavía hoy son sobretodo las que están más cerca de mi corazón que de mi cabeza. Lo que me preocupa, lo que me importa, no es mi situación personal o mi futuro. Vivo cada día como el último, porque un día será sin duda el último. Antes me refugié en mi soledad, en la creencia de sencillamente vivir hasta que dejase de hacerlo. Lo que me preocupa ahora es que nunca antes lo he tenido tan claro. Sé bien lo que hay que hacer, lo que puedo hacer. Pero me aterran las consecuencias y los sacrificios que ello exige. He preferido refugiarme luego en la ilusión de que podría llegar a ser feliz. Ahora que sé que no es posible, no hay nada que me sirva como excusa ni aprendizaje vital o distracción de lo que sé que debe hacerse, ya no puedo ignorar la tristeza que me asalta por las mañanas, aunque me sea soportable. He estado atravesando los canales y cañones relucientes y a veces translúcidos del planeta Titanium, un mundo de música disco que me ha mantenido en un trance emocional necesario y me ha hecho sentir más vivo que nunca, a través del amor, el placer y el dolor, de descubrirme y en ocasiones de confirmarme mis peores certezas sobre mí. Intento con ello recortar la enorme distancia que separa la persona que he creído ser de la que soy realmente. Me pregunto si este es un tiempo de iluminados, Mesías y locos. Intento convencerme diciéndome que esta época pasará, al igual que otras peores también pasaron mientras la gente permaneció aquí, después de todo, con sus vidas. Que ningún apocalipsis es por el momento definitivo y ninguna injusticia eterna. Lo complicado es elegir el momento en el que la situación me resulte lo bastante inaceptable como para actuar. Si ese instante ha pasado, si es demasiado tarde. La certeza lleva a la inacción. La egoísta esperanza en mi propia prosperidad me ciega. Me digo que lo mejor que puedo hacer es no hacer nada. Porque puedo cambiarlo todo. Y si abandono toda duda y fijo mi vista en el objetivo que sé que sigue ahí como un adversario de todos, sólo podré ya decirle: Detenedme si podéis.
"Creo que un solo hombre con la cabeza y el corazón en su sitio puede marcar la diferencia y cambiar las cosas. Y creo que con más personas como él colaborando a su lado pueden juntos cambiar el mundo". Capitán América. Sólo es un cómic. V de Vendetta también lo es. Ahora veo el rostro de V allá donde miro, cuando levanto la cabeza de los tebeos.
"Imagina a alguien más listo que tú y pregúntate qué haría él". Gene Hackman en El Último Golpe. de David Mamet.
1 comentario:
En esta época de confusión y de ruído de fondo, lo mejor es pararse, meditar y reflexionar, y saber que en uno mismo está todo, incluso más de lo que se piensa. No desperdicies tu vida como si nadie a tu alrededor existiera, como si no hubiera gente que te quiere. Sólo por ellos vale la pena seguir adelante, aunque parezca un tópico manido. El resto es egoísmo y terquedad en el abismo. Hay personas más listas que tú, más maduras y sensatas. Aprende de ellas. Yo no soy una de esas personas, pero el mundo es grande.
Publicar un comentario