Tras analizar cuidadosa y velozmente mi estado, Watson se decidiò a diagnosticar y reprochar: -Como temía, es víctima de su estupidez burguesa y de una sobredosis de esas mezclas químicas de heroína que él se administra. Su parálisis demuestra que le está atacando al cerebro. Le está matando y rápido. La única manera de salvarle es con una inyección In Extremis de opiáceos líquidos que diluyan la heroína de su organismo saturado. Sino, le perderemos en minutos. La señora Hudson lloraba con las manos en la cara. En ese momento me dí cuenta de cuánto le importaba a mi casera. Por supuesto, mi buen amigo sabía exactamente que disponía de una dosis de "aquel remedio" en la mesita del salón,a la vista, donde "providencialmente" el joven Billy Batson la había dejado esta mañana. Mientras Watson preparaba con celeridad una jeringa para inyectarme una dosis que iba a resultarme letal sin que él se percatara de ello hasta que fuera demasiado tarde, pude articular algunos movimientos para hacer torpes e imprecisas indicaciones. No podia explicar lo que realmente estaba teniendo lugar allí. Tal vez nunca podría explicarlo. Una aberración de la que estábamos siendo objeto. Cuando Watson intentó inyectarme para salvarme, logré zafarme de su brazo e indicar mi mesita insistentemente con la barbilla. Él,sorprendido y aún desconfiado, pensó inicialmente que yo alucinaba. pero su fé habitual en mi que tantos disgustos le ha traído le hacia dudar. Eso y el hecho de que mi estado no parecía empeorar con la celeridad que mis síntomas presagiaban inicialmente. En mi mesita encontró el libro que buscaba:"Antología de Mitos, Fábulas y Leyendas" En él la tarjeta de nuestro amigo el inspector de Scotland Yard a modo de marcapáginas. -¿Lestrade?, me dijo: -Holmes, ¿de qué nos sirve ahora? ¿a quien hay a detener? ,le señale como pude. ¿A mi? exclamó el asombrado doctor. -¡¡Sin duda usted delira!! agoniza aqui y...- Pero se detuvo al darse cuenta que mi supuesta agonía por sobredosis tal vez no era tal. Mi respiracion aún era regular, mi pulso lento pero constante. Algo no cuadabra y tenia que mostrarle de que se trataba. Se marchó en busca del teléfono más próximo (al final de la calle) para avisar a Lestrade. Al fin, el callado deshollinador, espectador mudo de la escena al que no perdía de vista salió de la estancia y me quedé un rato a solas con la señora Hudson. Pero no tardaron en aparecer el solicitado Lestrade, acompañado por dos agentes de paisano y mi hermano Mycroft. ¡Bien, mejor aun! pensé. Una mañana concurrida. En aquellos minutos mi estado había mejorado considerablemente, sin duda el artífice de aquella conspiración contaba en su plan inicial con que mi muerte se hubiera producido ya a esas alturas, y aunque no podía aún articular palabra, me incorporé lo que pude en el sofá y pidiendo papel y pluma, solicité lentamente por escrito los nombres de los policias que acompañaban al inspector. -Eh, bueno, pues son los señores Harold Perryman y Leonard Mctiegard, de Londres ambos. No veo que impor-...señalé decididamente a uno de ellos. El culpable último de aquella artimaña. Mi asesino. nadie me entendía. Salvo él. Me miraba fija y serenamente. No era la primera vez que orquestaba un asesinato encubierto de accidente, sin duda. La señora Hudson volvió con un gran vaso de leche calente que el doctor me hizo tragar para purgarme en lo posible de aquella sustancia que mi organismo iba asimilando pero aún me embargaba. Leche caliente, qué asco.Durante tan extraña pausa, no se movieron. Nadie daba crédito, pero mi actitud creó las suficientes suspicacias sobre aquel individuo. Mycroft interrogó a Lestrade sobre su agente, al que todos vigilaban:- ¿Conoce mucho usted a su hombre? ¿lleva mucho en el cuerpo con usted?. El inspector respondió:- em, bueno a decir verdad no lo había siquiera visto hasta hace unos 3 dias. Es de aquí pero viene destinado de otro lugar, del norte creo.Mycroft continuó, sustituyendome en el papel de detective:-Ya veo.¿Que cree usted que esté pasando aquí doctor Watson? -bueno,dijo Watson:-primero me pareció lo evidente.una sobredosis de heroina tratada accidental ... pero luego he empezado a pensar... los síntomas de su hermano parecen más los de un envenenado,con una forma de veneno que da la apariencia de ser otra cosa.algo fortuito.¿con que finalidad?..creo que fuera yo precisamente, el que confundido por las circunstancias inyectara finalmente una dosis inapropiada y por tanto letal de los opiáceos líquidos que tenía más a mano a Holmes, asesinándolo finalmente. Mis propias manos serían el verdugo de mi amigo, manipulado por alguien en la sombra-... -Esto apesta al MI6-, Afirmó Mycroft. -Pensaba que el servicio secreto de su majestad le concernía a usted-,Pregunto Lestrade.Mycroft refunfuñó:- Hay muchos servicios secretos, y algunos de ellos me reprochan y no perdonan las veces que he cubierto las espaldas a mi hermano pequeño-...-¡¡A cambio de un valioso servicio! protesto Watson. Me alivió que al fin todo estuviera claro. Y sin abrir yo la boca. Lestrade sacó su arma y apunto a su hombre, que no había hecho ademán de huir:-¿ quien es usted!? ¿que pretende? ¿porque esta aqui? ¿sólo para verme morir a manos de mi mejor amigo?..susurré con ronquera. Furioso,el extraño se explicò:- Mi nombre es Campion, Campion Bond. Especialista en Cuentos de Hadas, como su amigo el detective ya sabe. Sin duda me ha descubierto por mi falso nombre de agente de Scotland Yard, sacado de la fábula gaélica Gargamel y Kolokrein, contenida como tantas otras que conozco en el volumen que tiene en su mesilla, donde tenía su tarjeta a mano, Lestrade. Veo que Holmes me ha venido siguiendo los pasos desde antes de que yo se los siguiera a él. Por tanto ya sabrá también que yo era el deshonillador que le socorrió hace un rato. Quería ser testigo de excepción del momento en que el doctor le viera morir. Apenas he tenido tiempo de asearme, cambiarme y unirme a Lestrade para volver. Mi nombre de profesional de las chimeneas también es una invención, claro, lo escogí acorde para tan sucia profesión, el apodo de un falso troll de un cuento celta. Cuando he visto el libro de fabulas y leyendas he comenzado a preocuparme porque el gran detective estuviera tras mi pista. Y oh, aciertan.Estoy al servicio de su majestad.Dela corona,No del parlamento como su club Diógenes, Mycroft. Y la corona detesta profundamente a sherlock holmes desde que destapó el escándalo del "asesino por decreto", el destripador de whitechapel que usted desenmascaró como sobrino de la reina. Eso no se lo van a perdonar. Mycroft se encolerizó:- Nos tendran de frente!!,.. -a todos nosotros- Añadió Watson. -No volverá a tener una oportunidad como esta, creáme..Afirmé con mayor voz.
Campion fue arrestado y luego destinado por instancias mayores a servir en lejanas colonias.Espero que aprenda nuevos cuentos por allí. El pequeño Batsy fue encontrado ahogado en la bahía de Londres. Sin duda fue la única víctima mortal finalmente de aquella triste maquinación.Y como mi buen Watson quedó afectado en su ánimo por ser el hombre que casi me mata, le liberé de su "obligación" de escribir este relato en su diario novelado, que de todas formas es mejor que jamas vea la luz. Otras aventuras seguramente más literarias nos esperan. Firmado: Sherlock Holmes.
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