NIÑAS MAL
El prolongado lapso desde la entrada anterior se debe a aquello que ocurre habitualmente fuera de estas paredes de Internet: la vida.
Siempre agradezco volver a escuchar un débil eco que se agita en el fondo de mi pecho, al que creía ya hueco. Como la leonina Bestia que interpretaba Ron Perlman le recitaba cansinamente (para pitorreo juvenil de mi hermano y mío) a la Bella Sarah Connor (o sea, Linda Hamilton) en la ochentera teleserie moñas: "Mira en tu corazón" (...porque como me mires a mi lo llevamos claro, podría insinuar..).
Y las niñas mal me hacen recordar mis trenes perdidos, la sensibilidad en las yemas de mis dedos (como en un reality veraniego de hace algún tiempo, donde una neumática pin up agradecía recuperar el tacto en sus operados pechos tras el sobeteo constante al que la sometía el Dj bohemio de turno con el que compartía anormal viaje), y la certeza de que un corazón roto es mejor que no tener ninguno.
Pero debería hablaros de ellas, en lugar de eso me centro como siempre en el cavernoso ombligo propio de (como el pedante título de una obra teatral rancia que leímos con desgana en el instituto) en la ardiente oscuridad. Prefiero que las imaginéis, a mí me funciona.
El prolongado lapso desde la entrada anterior se debe a aquello que ocurre habitualmente fuera de estas paredes de Internet: la vida.
Siempre agradezco volver a escuchar un débil eco que se agita en el fondo de mi pecho, al que creía ya hueco. Como la leonina Bestia que interpretaba Ron Perlman le recitaba cansinamente (para pitorreo juvenil de mi hermano y mío) a la Bella Sarah Connor (o sea, Linda Hamilton) en la ochentera teleserie moñas: "Mira en tu corazón" (...porque como me mires a mi lo llevamos claro, podría insinuar..).
Y las niñas mal me hacen recordar mis trenes perdidos, la sensibilidad en las yemas de mis dedos (como en un reality veraniego de hace algún tiempo, donde una neumática pin up agradecía recuperar el tacto en sus operados pechos tras el sobeteo constante al que la sometía el Dj bohemio de turno con el que compartía anormal viaje), y la certeza de que un corazón roto es mejor que no tener ninguno.
Pero debería hablaros de ellas, en lugar de eso me centro como siempre en el cavernoso ombligo propio de (como el pedante título de una obra teatral rancia que leímos con desgana en el instituto) en la ardiente oscuridad. Prefiero que las imaginéis, a mí me funciona.
2 comentarios:
A mí me hace gracia el título mexicano de esta serie, y la canción de Belinda que la abre.
Niñatillas pijas mexicanas. El submundo erótico festivo postadolescente infinito en el universo borgiano de los internautas. el aleph eres tú, mirmano
Solo tomé el nombre, mis NIÑAS MAL no son mexicanas, ni niñas pijas, aunque Sí eróticas!! creo..
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